LIHN, E
Nadie escapa a ese momento ?único para cada cual? en el que se es reintegrado vertiginosamente al seno de su propio abismo y se toca el fondo de la intransferible, innumerable soledad del ser. No hay ya modo de romper el tórrido silencio aplastante, ni palabras ni gestos lo bastante explícitos. Perdidos todos, unos al lado de otros, en una inmensidad de pequeños abismos.