SOLA, IRENE
Irene dijo en mayo, justo antes de que saliera este libro en catalán, No he pactado con el diablo, pero si he mirado la oscuridad. Fruto de esta mirada profunda, escudriñadora e inteligente, nace este libro que tendremos pronto en las manos.
La oscuridad de personajes malditos escondidos en remotos riscos, narrado con la magia que ya sabemos capaz de hacer a Irene. Una casa habitada fundamentalmente por mujeres que acumula recuerdos de siglos. La historia de una familia, pero también la historia pequeña, que como mini matrioska, va dentro de muchas otras historias de hilos infinitos.
Mirar la oscuridad, no implica en este caso la falta de jovialidad y juego, sino que lo alimentan a modo de divertimento de personajes y lector, generando la dualidad que hunde sus raíces en el mito, como algo verdadero y primario, primigenio.
Irene da un paso adelante como narradora, una novela que dirá algo a cada lector y lectora. Nos dejará asomarnos a una ventana que va a dar a lo desconocido y a través de la
que no podremos dejar de mirar hasta que se acaba la novela.
El regreso de una de las voces más elogiadas del panorama narrativo nacional: Irene Solà ha conseguido con Canto yo y la montaña baila unanimidad en crítica y público. De este título llevamos vendidos más de 85.000 unidades entre las ediciones catalana y castellana, y gracias a él la autora se hizo con el European Union Prize for Literature, el Premio Cálamo Otra Mirada y el Premio Maria Ángels Anglada de Narrativa, entre otros. Se ha traducido además a quince idiomas, entre los que se cuentan el euskera, el italiano, el inglés, el francés, el holandés, el turco y el árabe i se ha adaptado al teatro, ganando los Premios Butaca y los Max.
Una novela desbordante, llena de historias y personajes malditos más allá del tiempo. ?Escondida entre riscos lejanos, en algún remoto lugar de las Guillerías transitado por cazadores de lobos, bandoleros, emboscados, carlistas, hechiceras, maquis, pilotos de rally, fantasmas, bestias y demonios, la masía Clavell se agarra al suelo como una garrapata. Es una casa, sobre todo, habitada por mujeres, y donde un solo día contiene siglos de recuerdos. Los de Joana, que para encontrar marido hizo un pacto que inauguró una progenie aparentemente maldita. Los de Bernadeta, a quien le faltan las pestañas y, de tanta agua de tomillo que le vertieron en los ojos cuando era una niña, acabó por ver lo que no debía. Los de Margarida, que en vez de un corazón entero tiene uno de tres cuartos, rabioso. O los de Blanca, que nació sin lengua, con la boca como un nido vacío, y no habla, solo observa. Estas mujeres, y más, hoy preparan una fiesta.
