WILDE, OSCAR
Estas dos obras de Wilde, escritas con escasa diferencia cronológica, tienen bastante más en común que su título. En ambas se retrata al propio Wilde y a buena parte de su mundo íntimo, poderosamente vinculado con la pasión estética. Si se exceptúa la explícita confesión que es el ´De profundis´ y algunos versos juveniles publicados en revista, en que habla de muchachos esbeltos y dorados, sus dos libros más vindicativamente homoeróticos -no sin la sutil distancia que la época exigía poner- son estos dos ´retratos´ (tres, pues incluyen al autor mismo). Ambos centran su argumento y su sueño en un muchacho hermoso, que para el esteta puro nunca sale del privilegiado territorio del arte.
De las dos, la menos conocida es ´El retrato del señor W. H.´, desconocimiento que sin duda se explica por lo escandalosa que podía resultar para la época su tesis final -que William Shakespeare había escrito sus famosos ´Sonetos´ a un joven actor, Willie Hughes, que interpretaba papeles femeninos-. Ya dijo Frank Harris, amigo y biógrafo de Oscar, que al leer ´El retrato del señor W. H.´, sus enemigos ´hallaban por vez primera las pruebas que buscaban´ contra él. Sin embargo, la tesis que expone es menos importante que su ingeniosa insinuación de que la crítica literaria constituye una forma de ficción. A Wilde siempre le interesó el ambiguo terreno de la falsificación y en este relato consigue crear un juego de indeterminación y ambigüedad, además de demostrar un espléndido conocimiento de los ´Sonetos´ shakespearianos.
´El retrato de Dorian Gray´, la única novela que escribió Wilde, fue, probablemente (acaso también en razón de su pronta popularidad) una de las obras más discutidas y escandalosas del ya discutido y escandaloso Oscar. En ella Wilde alcanza el punto culminante de sus teorías, decidiéndose ya por una total estética decadente. Se alude al triunfo del arte como artificio, frente a la naturaleza. La búsqueda de nuevas sensaciones se mira como exquisito placer, al tiempo que como intensa destrucción de la propia vida. Pero hoy sigue siendo la más viva y ágil de las ´novelas decadentes´, una incitación a la báquica gloria del paganismo y un perfecto autorretrato de Oscar Wilde, a través de los tres protagonistas fundamentales.
Se trata de dos piezas soberbias, de los clásicos de un clásico, presentados en este volumen -con introducción de Luis Antonio de Villena- en una nueva traducción a partir de los textos originales íntegros.