MORENO-RUIZ, JOSÉ LUIS
Tomó la palabra con cierta decisión, entonces, el poeta Álvarez. - Señor Puta -dijo robando plano a Don Ángel.
-¿Usted es el padre de la criatura? -preguntó el científico.
- Sí -tuvo que admitirlo Álvarez-. Bien, quería preguntarle si es posible que... el niño, o sea... mi hijo, se desarrolle como es común entre los humanos, es decir, si hablará, si podrá ir al colegio, en fin, todo eso...
- No, no -dijo Puta, secamente-. Ni hablará, ni podrá asistir al colegio, ni tendrá las costumbres que son propias entre los humanos; no, eso, no, nunca -pareció regodearse el doctor Nemes Puta. Ahora bien, ¿y para qué quiere usted que hable, y que vaya al colegio, incluso que escriba? ¿No le basta saber que todas las características genéticas de Don José María de Pereda se contienen en ese ser, tan hermoso como el Minotauro, aquel que naciera del toro que hizo brotar de las aguas Poseidón y que luego copulara con Pasifae, y que cuando a no mucho tardar lo puedan ustedes poner a montar tanto hembras humanas como hembras vacunas, generará seres, perfectamente humanos los unos, perfectamente bovinos los otros, en los que brillará, en los humanos, la fértil creación intelectual de Pereda, su sentir hondamente enraizado en su tierra montañesa, y en los vacunos, esa fortaleza física y esa hermosura pródiga del ganado que es propio de la tierra de ustedes, caballeros, si bien enriquecida, como si de un complejo vitamínico se tratase, por la aportación de la raza de bovinos brahma, especialmente dura y productora de una carne de calidad tan alta como desconocida en su país, señores míos? El cántabro hizo una seña y pidió cámara. Hablo:
- Pero, ¿de verdad, señor Puta, que podrá montar esta criatura nuestra tanto a mujeres como a vacas?
- De verdad, de verdad, ya lo verán apenas cumpla un año; va a ser precoz tanto en su alma humana como en su condición bovina. Les auguro una feliz cabaña futura de ganado vacuno y de intelectuales cántabros por igual