SALINAS, PEDRO (1891-1951)
Unas líneas de «La realidad y el poeta» resumen la actividad poética, que para Salinas guarda cierto paralelismo con la respiración: ´El poeta se nutre de realidad, lo mismo que el cuerpo humano de aire: el hombre respira el aire, no podría vivir sin él, y lo mismo le pasa al poeta con la realidad? El poeta absorbe la realidad, pero, al absorberla, reacciona contra ella; lo mismo que el aire se exhala después de pasar por una transformación química en los pulmones, la realidad vuelve también al mundo transformada, en parte, por la operación poética´.
Este tipo de ´operación poética´, como aquellas ´operaciones de la magia´ que soñaba el borgiano caballero quijotesco, fue una constante estética de Salinas. Dámaso Alonso advirtió muy pronto en él ese ´gusto para buscar temas en las formas jóvenes del mundo´, sin perder el humor, la sonrisa, la transparencia, los colores claros. ´En lo más externo, cortesía social, humor, vida nueva, girls? Allá dentro, para el que sepa leer, hay siempre una emoción humana? rebosante de comprensión, a la par poética y humana de los hombres y las cosas´.
Una de sus respiraciones, tam antiqua et tam nova como la belleza agustiniana, fue la del amor. «L´amor che move il sole e l´altre stelle» produjo voz, razón y lamento. ´El aire ya es apenas respirable / porque no me contestas´, claman dos versos del lamento largo.
El hombre respira el aire; el poeta, la realidad? En un poema postrero que Jorge Guillén dedicó a Salinas evocaba la respiración de sus palabras: ´Aquí mismo respiran sus vocablos: / última quintaesencia´, para concluir con una variante del non omnis moriar horaciano: ´Algo perenne dura. / Tierra junto al rumor de aquellas olas. / Late bien este hallazgo de palabras, / sentid: Pedro Salinas´.