ANONIMO
A mediados del siglo XIX, en una
Norteamérica dividida en dos bandos cada vez más irreconciliables, una huérfana
de Filadelfia vivirá la experiencia del sexo hasta las últimas consecuencias. Estas
Memorias de Dolly Morton,
transcripción en primera persona de las peripecias de su protagonista, narran
la flagelación de Dolly por unos negreros, el posterior secuestro y violación a
manos de un rico plantador y la progresiva inmersión en situaciones eróticas de
toda índole originadas por la particular situación de sumisión en la que se
encuentra. Pero el autor, que quiso permanecer anónimo, de estas memorias no se
limita al simple recuento de las muy numerosas actividades sexuales, sino que,
al igual que autores de la talla de Casanova o Frank Harris, hace una crónica
de los acontecimientos de esta movida época. La situación de los negros del
Sur, los horrores y humillaciones del esclavismo, la guerra civil, son pues el
perfecto contrapunto de una experiencia sexual que oscila entre la amargura y
el éxtasis.
á
A diferencia de otros casos ilustres, y a
pesar de estar escrita originariamente en inglés, cada vez son más los eruditos
que no dudan en atribuir la paternidad de Memorias
de Dolly Morton a Georges Joseph Grassal,
autor francés más conocido por el seudónimo de «Huges Rebell», quien, tras
estudiar en el colegio de los jesuitas de Jersey, se dedicó a escribir, tanto
en francés como en inglés, «algunas novelas, por lo general cuajadas de
escenarios históricos sumamente elaborados, de las que se dice que recuerdan a
las de Pierre Louÿs». Alexis Lykiard, en el prefacio a esta edición,
nos da las razones por las cuales considera perfectamente factible atribuirle a
él la autoría de este clásico de la literatura
erótica llamada de flagelación.