JOAQUÍN ARAUJO PONCIANO / ARAUJO, JOAQUIN
Si algo mueve a Joaquín Araújo, el más importante de nuestros naturalistas, es su profundo amor por los bosques, de los que alberga un profundo conocimiento que, con gran sensibilidad, vuelca en este libro que es una invitación a sumergirnos en la naturaleza para reencontrarnos con nosotros mismos y, a la vez, para que seamos conscientes de su importancia en nuestro mundo y del peligro que corre. Los árboles te enseñarán a ver el bosque mana de la vivencia de un «emboscado» y activista a favor de la continuidad de la vida que ha podido divulgar durante cinco décadas casi todos los aspectos cruciales sobre la naturaleza, y que ahora aborda buena parte de lo que es, nos da y supone el bosque. También lo que ha representado para la biosfera o la historia del arte, especialmente la poesía y las religiones. Profundiza en las tareas y destrezas de los árboles, esos alquimistas que convierten la luz en vida, y en los últimos descubrimientos de la neurobiología que han puesto de relieve la capacidad de comunicación y de recordar que tienen los árboles. Si todavía estamos a tiempo será por lo que suceda al bosque y a la comprensión que tengamos de su papel crucial. Si todavía estamos a tiempo será por haber curado las enfermedades que actualmente padece la primera medicina contra el cambio climático: el bosque.
La más completa y compleja, la más necesaria y hospitalaria, la más bella y generosa de las creaciones de la historia de la Vida es el bosque. Si poco, o nada, del pasado tanto el nuestro como el de la Natura tiene sentido sin las arboledas, menos futuro aún tendrá el futuro sin ellas. Sin embargo esta civilización ha consumado su más imprudente torpeza arrancándose de su propio origen y devastando el gran hogar de la vida, envenenando al fabricante de la transparencia que respiramos, abatiendo al creador de la fertilidad.
Mantiene el autor, el emboscado Joaquín Araújo, que cada árbol en pie es un punto de apoyo para esta lisiada humanidad, para los aires rotos, para la vivacidad en su conjunto, para hacerle cara al desierto, para combatir el ruido y a la amontonada fealdad que la prisa siembra en casi todos los rincones. Nada como los árboles para darnos paz y ayudarnos a conectar con la Naturaleza y a reencontrarnos con nosotros mismos.
En estas páginas puede leerse una de las más intensas convivencias con las arboledas de uno de nuestros contemporáneos. Muchos de los mejores momentos de la vida de Araújo, a lo largo de sus cincuenta años de emboscadura, son narrados aquí con intensa belleza y emoción. Sin duda para que comprendamos mejor el extraordinario acierto de Federico García Lorca cuando escribió: «Poeta es Árbol».