WILSON, FRANK R.
Como dijo Sir Charles Bell en 1833, «la mano humana está tan
bellamente formada, sus acciones son tan poderosas, tan libres y, sin embargo,
tan delicadas que no se piensa en su complejidad como instrumento; la
utilizamos de la misma manera que respiramos: de manera inconsciente».
Precisamente al estudio de la mano se dedican algunas de las investigaciones
más apasionantes y de mayor alcance de la ciencia actual. La mejor prueba de
ello, este documentado estudio de Frank
R. Wilson que recoge la aportación de diferentes estudios y formula una
hipótesis radical.
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Para Wilson, la
mano humana no sólo se caracteriza por su articulación y versatilidad -un
milagro biomecánico fruto de la adaptación-, sino sobre todo por el papel decisivo que desempeña en nuestro
aprendizaje. Como demuestran recientes investigaciones en antropología,
neurología, lingüística y psicología, nuestras extremidades superiores han
configurado nuestro desarrollo cognitivo, emocional, lingüístico y psicológico
como especie diferenciada. ¿De qué manera los cambios estructurales de la mano
propiciaron la utilización de herramientas y la habilidad para diseñarlas y
fabricarlas? ¿Tiene el lenguaje humano sus raíces en la palabra o tal vez en
los gestos que hicieron posibles la caza y la industria comunitarias? ¿No será
esa capacidad de adiestrarse en el uso de la mano la primera experiencia
infantil realmente universal que en cada cultura y sociedad redefine la
inteligencia? Con el contrapunto de las experiencias y opiniones de
malabaristas, cirujanos, músicos y mecánicos, en suma, de virtuosos del trabajo
manual, Wilson nos convence de que la inteligencia, su ejercicio y desarrollo, también
está en las manos.
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