RAFAEL CORAZÓN GONZÁLEZ
El optimismo ilustrado se fundamenta en un profundo pesimismo antropológico. El hombre es malo: así lo declaran Hobbes, Locke y Kant. Rousseau atribuye el mal a la sociedad cuando no se organiza bien. Para superarlo se recurre a «fórmulas» científicas con las que organizar el Estado. Pero entonces el hombre, más que salvarse, deja de ser el protagonista de su propia vida.