FERNANDEZ-VIAGAS, PLACIDO
El pensamiento dominante considera el fuero de
los parlamentarios como una mera reliquia histórica, carente de
sentido en una sociedad que tiende hacia la profunda igualdad de
todos los ciudadanos ante la Ley y ante el Juez. Lo cierto es,
sin embargo, que en ocasiones puede constituir un importante
instrumento en la búsqueda del justo proceso y, especialmente,
de la imparcialidad. La necesidad de distinguir con precisión la
responsabilidad política de la penal, evitando que la fuerza de
los estados de opinión pudiera transformar en ilícito penal lo
que no tiene otra naturaleza que la moral, o política, puede
constituir un argumento de peso para mantener en el momento
actual la prerrogativa del aforamiento. Es indudable que
cualquier tribunal profesional es capaz de depurar con precisión
los elementos del delito, sencillamente porque conoce su oficio.
El problema es si será capaz de manifestar libremente su
«fallo» en los supuestos de intervención combativa de los
«medios». Un Juez próximo a los hechos encontrará serias
dificultades si quiere mantener su neutralidad en situaciones
apasionadas en que los medios de comunicación se manifestaren
con rotundidad en un sentido o en otro. Así, lo ocurrido en
España en los últimos años en que un significativo sector de
la judicatura ha sido utilizado, consciente o inconscientemente,
en la lucha partidaria parece confirmar la necesidad de que los
Diputados y Senadores, por la repercusión social que su
enjuiciamiento produce, tengan su propio «juez natural».
Recuperada la lógica y la racionalidad de los comportamientos
ciudadanos, el autor coincide en la necesidad de que la
prerrogativa del fuero debe ir perdiendo progresivamente toda
incidencia real.
I. El fuero y demás prerrogativas de los
parlamentarios. II. El «Juez natural» de los
parlamentarios. III. La rebelión del Juez.
IV. Un análisis jurisprudencial.