BEVILACQUA, ALBERTO
Cuando en 1994 Alberto
Bevilacqua, prestigioso novelista y poeta italiano, publicó El
Eros, se armó un auténtico revuelo en Italia. No sólo por la
importancia del autor y la sorpresa causada por la naturaleza misma del libro,
sino porque fue inmediatamente aclamado por la crítica y recibido con
entusiasmo por los lectores, que lo convirtieron casi de la noche a la mañana
en uno de los libros más vendidos.
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Según cuenta el autor, en cierta ocasión, tras una noche
de insomnio y ya al amanecer, decidió ir hasta el aeropuerto. «Desde siempre»,
explica en una entrevista, «me ha gustado respirar la atmósfera de las partidas
a primera hora de la mañana, fingir que yo también me voy dejándolo todo tras
de mí. Algo así como una falsa fuga...» Pero aquella vez el juego no funcionó:
«Tropecé con una idea fija: ¿cómo podría yo desaparecer, cambiar de vida, sin
dejarlo todo arreglado, sin haberlo catalogado todo a mis espaldas?». Según él,
no encontró ningún otro modo de «arreglarlo» todo en su vida sino hablando del Eros, «hermano de la creatividad, amor
por la vida que habita el universo, hijo de Marte y Venus que señala el camino
de las pasiones. El Eros no tiene
edad».
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El Eros es,
pues, el hilo rojo que permite a Bevilacqua
hilvanar los fragmentos de un mosaico de historias, reflexiones y episodios
autobiográficos. En todos reinan figuras femeninas, algunas nítidamente
presentes en la memoria, como la mítica Ada
Vitali, que le inicia en el amor a los catorce años, otras evocadas, otras
aun inventadas. Porque, como él afirma con emoción, «los hombres insisten en
las viejas técnicas, en cambio, las mujeres...». En esta «aventura hecha de
aventuras», el autor jamás olvida que tras todo gesto de amor hay un ser que
sufre o goza. Sólo así el Eros
adquiere sentido; de lo contrario, todo queda en simple gimnástica de cuerpos.
Recibir lecciones de conducta de un libertino es una de las agradables
sorpresas de este libro, como lo es la lectura de estas páginas intensas,
sensuales y a veces dramáticas, que nos hacen sentir cuán difícil es apresar el
misterio del Eros.