AUCOUTURIER, BERNANRD
La formación de un lector, uno de los más fascinantes episodios educativos, no compete únicamente a los profesionales de la educación, aunque la sociedad les haya encomendado esa específica labor. Y si bien se espera que en las aulas prospere ese proyecto intelectual, también en las bibliotecas, los hogares o las calles se juega la suerte de un lector. Porque ser lector es un objetivo que concierne al conjunto de ciudadanos y no sólo a los estudiantes. Se aprende a leer y se alienta la lectura para, principalmente, conocer y conocerse, para abrir el mundo íntimo a la presencia de mundos extraños, para ´promover sin desmayo la curiosidad intelectual, el entusiasmo, la razón, el atrevimiento, el libre albedrío, la avidez de verdad´. Leer aparece así como un modo de vivir.
Tiempos perdidos, espacios ganados: «No era como antes». «Partir y acoger». «Una habitación y un desván» · La letra prometida: «Andar para saber andar». «Al final del camino» · Cruzar el pórtico: «Cita en una página». «Sin la ayuda de Ariadna», «Al amparo del jardín» · Pícaros y piratas: «Viejos mares, caminos nuevos». «La edad de los libros» · La sonrisa de la Gioconda: «El reclamo de las palabras». «Profesores y comediantes». «No era eso, no era eso» · Mirar, mirarse: «Preparar los ojos». «Fuera de nosotros». «Leer, pensar, escribir · Las palabras en su morada: «Los diversos libros», «Allí la fantasía» · El amor desinteresado: «El presente ayer». «Entregar lo que se ama»