NOVARINA, VALERE
ANTE LA PALABRA, último ´sol respiratorio´ (el punto como signo de puntuación en la caligrafía árabe), ocupa un lugar singular en la obra literaria de Valère Novarina junto a sus textos anteriores CARTA A LOS ACTORES (1979) y PARA LUIS DE FUNÈS (1986). De alguna manera son la pausa, la revelación, el testimonio y la caja de resonancia de un diálogo íntimo entre el autor y su obra teatral. La obra se sustenta a cuatro patas como las de una mesa o las de un animal . A partir de la descripción de un espectáculo de Nô japonés, un cuadro de Piero della Francesca, un descenso al infierno de la opereta, o la reflexión, como un animal que rumia, de los términos palabra o habla, el autor hace que nos adentremos en territorios tales como la lingüística,la teología, la cábala, el teatro, la pintura, la física o la propia actividad d ela escritura.
Junto a la experiencia intelectual que puedan provocar los textos citados respecto a la escritura literaria o al teatro, el lector o el espectador de Valère Novarina, obtendrá inevitablemente una experiencia sensible, carnal, que nos remite a una energía del deseo de conocer y sentir.
Considerado como un maestro del signo y la palabra, un juglar del lenguaje, Valère Novarina, que surgió en la escena teatral haciendo hablar a los animales y a los muertos, reinventa el espacio de la lengua hablada para construir una realidad ficticia llena de ritmos, analogías y neologismos extraídos de la propia historia del habla, un universo en continuo devenir en el que la palabra vive, y es el motor insoslayable de la acción.