VALERO, VICENTE
Vigilia en Cabo Sur arroja de lleno a sus lectores a un mundo poético que se
debate entre la visión y la ceguera, entre la lucidez y la inocencia, tal vez
la irracionalidad: «Es bueno ver y no ver: éste es precisamente el estado de la
naturaleza», dice Pascal en el epígrafe del libro. En ese estado de conciencia,
en pleno «vértigo de la serenidad», el dolor, la soledad, el tedio, la sed que
el hombre siente y que impregna a la naturaleza entera, imposibles ya de
ocultar y casi de contener, estallan con crudeza, algo que también se aprecia
en el aspecto formal del libro. Dividido éste en cuatro partes, cada una nos da
una visión complementaria de la cosmogonía de Vigilia en Cabo Sur:
el universo es una isla, en un mar que no conoce a nadie y que trae visitantes
y ahogados, y sus habitantes son buscadores de fósiles -del origen y la
esencia-; pese a ese sol que calcina y ciega, pese al desasosiego del que sólo
busca «salir de aquí», «echar la red es lo que importa», y ver lo que queda de
todo lo visto y vivido.