AA.VV
La carta diplomática extrae su argumento de una realidad muy generalmente reconocida por los diplomáticos: manipulan textos tomados del género epistolar. Durante la temprana Edad Media, muchos actos fueron escritos en forma de epístolas, conservando el rigor formal del género de dirección y salvación. Fue solo desde el período carolingio que el acto diplomático se distanció de adquirir características formales que lo sacaron de la forma epistolar. Este sin embargo no desapareció. Llegó a ser incluso preponderante a partir del siglo trece y el renacimiento de ars dictaminis en el Occidente cristiano. Este libro explora esta interacción entre los géneros, el movimiento formal y funcional del acto a la letra, y los temas de escritura, poder y memoria que surgen de esta hibridación.