PEREZ SAMPER, MARIA ANGELES
No era nada sencillo para las mujeres de la corte española del siglo XVIII
intervenir directamente en los asuntos más candentes de la época. Sus vidas
transcurrían en un mundo dominado por hombres con cargos políticos, militares o
eclesiásticos y eran ellos los que decidían sobre la guerra de Sucesión a la
Corona de España, los intereses del entonces rey Felipe V o los matrimonios de
Estado. Pero estas grandes damas aprendieron a influir en los designios del
reino español desde un discreto segundo plano. Para satisfacer su anhelo de
poder contaban con un arma infalible: la seducción. Su estrategia estaba tan
medida como la de las tropas en el campo de batalla. Se valían de sus encantos
personales, utilizaban el elogio y la alabanza o mostraban una actitud
complaciente y comprensiva fingida o verdadera. Todo ello para ganarse la
confianza de quienes sí ejercían el mando y convertirse en sus damas de
compañía, sus consejeras y amigas fieles. Ya en este punto dejaban caer con
sutileza sus opiniones y sugerencias eligiendo el modo de actuar más oportuno y
así lograban participar de forma indirecta en decisiones cruciales. Grandes
damas como María Luisa Gabriela de Saboya, la princesa de los Ursinos, Isabel
de Farnesio o madame de Maintenon, tuvieron gran capacidad para encandilar,
bien personalmente o bien mediante cartas escritas con una diplomacia
exquisita, para ver cumplidos sus objetivos más secretos. Un modelo de astucia
femenina de altos vuelos.