UNAMUNO KASCHAPAVA, VIRGINIA
«Debemos enseñar a hablar y a escribir bien», «tenemos que promover el gusto por la lectura», «debemos enseñar a comprender textos orales y escritos»?, pero una buena parte de nuestro alumnado no sabe hablar, no escucha, no lee... Este libro cuestiona muchas de estas ideas, aparentemente de sentido común, que plantean la enseñanza y el aprendizaje de la lengua y propone otra manera de enfocar la educación lingüística.
La autora, profundamente comprometida en la acción educativa, pone el acento en que los usos lingüísticos son tan complejos y heterogéneos como los grupos humanos a los que se dirigen, por lo que se ha de (re)conocer que la diversidad lingüística es parte de la diversidad sociocultural y que, por lo tanto, la escuela y el aula no pueden estar al margen de esa diversidad.
· Enseñar lengua, aprender de la diversidad · ¿Qué enseñamos en clase de lengua? · Textos, discursos y otros usos sociales de las lenguas. La conversación como modelo. La diversidad lingüística como riqueza y recurso · De portavoces de la norma a guías competentes: mirarnos como docentes · Hacia una educación lingüística crítica: Docentes y protagonistas de cambio. La investigación-acción como herramienta. Compromiso social, compromiso profesional