KEMMERER, EDWIN WALTER
Aunque no siempre ha sido así, hoy existe por doquier la arraigada convicción de que la producción y el mantenimiento del orden público y de la justicia son competencia exclusiva del Estado. No obstante, aunque la mayoría del estamento académico no cuestiona la argumentación en pro del dominio del Estado en este campo, hay amplios -y crecientes- sectores de la población que sí lo hacen. Se observa un creciente descontento frente a la administración pública de la justicia y una también creciente desconfianza respecto a la eficacia del Estado para garantizar la seguridad y los derechos de los ciudadanos. En consecuencia, puede observarse una demanda cada vez mayor al sector privado de servicios que se supone son ´incuestionablemente competencia del Estado´. El recurso al arbitraje y el florecimiento de empresas privadas de seguridad serían dos ejemplos significativos. Todo esto indica que es hora de cuestionar la presunción de que la seguridad ciudadana, el orden público y la justicia (en todas sus formas: mercantil, civil e incluso penal) sean servicios cuya provisión sea competencia del Estado. Es lo que