ERNAUX, ANNIE
En el panorama de la
literatura francesa, Annie Ernaux ocupa un lugar muy especial, no sólo
por los temas que elige, sino también por su capacidad de tratar las pasiones
menos controladas -y no siempre halagüeñas- del ser humano con la mirada de un
entomólogo que observa un insecto.
«Siempre tuve ganas de
escribir libros de los que luego me resulte imposible hablar, libros que no me
permitan luego soportar la mirada ajena. Pero por mucha vergüenza que pueda
producir la escritura de un libro, nunca estará a la altura de lo que
experimenté cuando tenía doce años», confiesa la autora. En 1952, la niña Annie
Ernaux que cuenta esta historia empieza: «Mi padre quiso matar a mi madre
un domingo de junio, a primera hora de la tarde». La escena se le presenta tan
diáfanamente cruel como el día en que la vivió, y el lector empieza a
comprender por qué esa niña en plena pubertad empieza a sentir vergüenza:
porque él mismo empieza a ruborizarse. Como en tantas familias, sus padres, que
se odian entre sí, adoran en cambio a la niña, por lo que, mientras van pasando
los días y el olvido parece invadir el hogar, el recuerdo de aquel domingo
parece convertirse en un mal sueño. Pero para la niña «habían dejado de ser
gente decente» y «todo en nuestra existencia ha pasado a ser signo de
vergüenza» . . .