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En el mundo real, Sebastian, sin tilde en la a, es un muchacho corriente.Vive con su madre y va todos los dias al instituto. Sin embargo, en el mundo virtual, se le conoce como el Asesino. Es un experto en armas sofisticadas y dirige escuadrillas de drones. Tanto, que cobra por ello. En apariencia son dos mundos distintos que no se tocan, dos realidades independientes que Sebastian parece mantener a raya. Pero los limites entre la realidad y lo virtual a veces son difusos. ¿Puede la sangre de las víctimas en una pantalla llegar a manchar la mano de un jugador?.