CUENCA, LUIS ALBERTO DE
El reino blanco es el espacio del secreto, aquél cuya clave, como en Le livre de Monelle de Marcel Schwob, del que se cita un fragmento en el lema inicial, queda tan sólo en un interrogante para el que no hay respuesta. O quizá un cierto modo de responder sea la poesía, esa singular forma del decir que, según se lee aquí, nos hace ´mejores, más libres y más sabiosö. Tomo estas palabras del poema ´Elogio de la poesíaö, pero se puede afirmar que todo este libro, como por lo demás toda la obra de este poeta, desde el ya lejano Elsinore (1972) es un elogio de la poesía. Una apología que encuentra su expresión en las continuas citas y alusiones, que llegan a ser extensos ejercicios de reescritura, como en el excelente ´El cuervoö que rehace el famoso poema de Poe. Y es que la poética de Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) se fundamenta en la certeza de que la cultura, y en ella, por supuesto, la literatura, no es sino continuidad, un volver a recorrer los surcos ya trazados por otros, muchos de cuyos nombres quedan inscritos en estas páginas, y hay que destacar que se declara a ´Pere / Gimferrer, mi maestroö.
Hace ya años Cuenca optó por una escritura que rehúye las oscuridades y El reino blanco se mantiene en tal poética: en uno de los poemas se lee que la poesía ha de ser ´una fiesta alegre / y comunicativa, donde quepamos todosö y nada distinto cabe deducir de unos poemas donde se celebra a Foxá, pero también a Cirlot, por citar dos escritores bien diferentes. Claridad de dicción que cobra fuerza en una cuidadosa musicalidadde los versos, con preferencia por los endecasílabos y los alejandrinos, aunque se incluyen varios haikus, encantadores, y seguidillas y varios poemas en prosa.
Si una de las temáticas es la literatura misma, el consuelo que regala -en no pocos textos el personaje está leyendo o rememora lecturas, incluidas las de los tebeos-, el cine, etc., como reino blanco, no ocupan un lugar menor el amor y el sexo, sin que falten abundantes pasajes de fetichismo.
El amor, la mujer, es otra de las formas que adquiere el reino blanco y se reitera la mención de la Diosa Blanca con todo su simbolismo. Así, la vida toma cuerpo en estos poemas, pero no como algo distinto de lo anterior, pues en él también los textos de la cultura son vida, de manera que todo aquí tiene, incluso lo fantaseado, una dimensión autobiográfica, tal como sugiere que el poema dedicado a Alicia se cierre nombrando a ella y al yo ´como un rey y una reinaö. Excelente poeta y excelente libro.