FERNANDEZ FLOREZ, WENCESLAO
En la silvestre y encantada fraga de Cecebre situó el autor su canto a la naturaleza, ese ´himno gigante y extraño´, que hubiera dicho Bécquer, a la naturaleza de la fraga, tan viva que sufre como un ser humano. Fue este uno de los libros preferidos de su autor, libro poético y tierno, aunque sin soslayar el realismo de la vida campesina, bosquejada con pinceladas teñidas de humor e ironía.
La aldea gallega de San Salvador de Cecebre tiene una fraga cuyos habitantes son seres animados: hablan los pinos, las truchas o los gatos. El propio autor lo dice: "Este es el libro de la fraga de Cecebre". En ella habitan un asaltador de caminos, Xan de Malvís o Fendetestas, el ánima en pena Fiz Cotovelo, el topo Furacroyos... Todos los seres, humanos, animales y vegetales, son integrados en la fraga. Y al fondo, la conmovedora historia de los amores de Geraldo y Hermelinda. Un libro poético, aunque sin soslayar el realismo de la vida campesina.