CLAVERIA LAGUARDA, CARLOS
Podrán leer aquí anécdotas sobre la vida en las imprentas y en las mesas de algunos autores, observar pareceres diversos y reír las noticias de libros imposibles, reflexionar sobre horarios de trabajo masacrantes y sobre operarios que atacan y operarios que acatan, aprender escuchando a estudiosos que se niegan a mancharse las manos con la tinta y a autores que no saben sacar las manos de la forma, soportar a editores que mienten como bellacos para vender como mercancía nueva lo que es un refrito impío. La frase «compra este libro porque está bien corregido» era -en teoría- una redundancia inútil, pues aunque el libro impreso fuera un objeto joven, la lectura en papel o en pergamino era práctica vieja y la nueva arte tipográfica no tenía por qué llevar incrustado el amor por las obras deturpadas o un cambio en el gusto de los lectores por lo que respecta a la depravación (textual). La errata, mientras se mantiene en el nivel de la entelequia, es un accidente dizque (in)evitable y por eso (im)perdonable. Cuando se hace cuerpo y habita entre nosotros es capaz, como la envidia, de crear enemigo