PAGE, MARTIN
Pocas veces nos encontraremos con
una prosa tan engañosamente sencilla, capaz de descubrirnos las luces y sombras
de una sociedad que nos obliga a anestesiar nuestra inteligencia, a atontarnos
un poco, para poder vivir una pizca más felices. El joven Martin Page tiene realmente mucho que enseñarnos, sin que por ello
perdamos la sonrisa.
Antoine es
un joven experto en La Apocoloquintosis (la
transformación en calabaza) del divino
Claudio de Séneca, habla con fluidez el arameo, sabe reparar motores de
cazas de la primera guerra mundial y no compra prendas fabricadas por empresas
que utilizan mano de obra infantil. Sin embargo, su inteligencia, sus
conocimientos demasiado especializados y su sensibilidad no le procuran la
menor satisfacción, sino que, al contrario, le paralizan y le sumen en una
melancólica soledad, lo que desconsuela a Ganja,
Charlotte, Rodolphe y As, sus
estrambóticos y adorables amigos. Tras intentar varias veces diluir su lucidez
(primero en alcohol, con la esperanza de llegar a ser un consumado borracho;
luego anulándola mediante la muerte, para lo que se inscribe en un hilarante
cursillo para suicidas), Antoine busca
medios más extremos: ¿qué tal una lobotomía? Tal vez sólo se trate de
integrarse un poco en la sociedad, de convertirse
en un imbécil más. No tiene más que mirar a su alrededor, y un nuevo camino
se abre ante él, lleno de rocambolescas situaciones.