SAN JUAN DE LA CRUZ
Poeta máximo de obra mínima -como dijo Dámaso Alonso-, San Juan de la Cruz ocupa la cima de la poesía española con menos de una veintena de composiciones en su haber. Lejos de hallarse aislados en un espacio de revelación y misterio, sus versos se nutren de las principales corrientes espirituales de su tiempo y resultan una suma de influencias bíblicas, clásicas, humanísticas y populares. A deslindar tales aspectos atiende la edición de Paola Elia y María Jesús Mancho, que no dejan sin asediar un solo problema lingüístico, literario o religioso de los muchos que plantea la obra de San Juan. Para la fijación del texto se ha tenido en cuenta toda la tradición manuscrita e impresa, particularmente compleja en el caso del Cántico espiritual, que se presenta en compañía de la Declaración escrita por el propio santo. Junto a los poemas de autoría segura se incluyen aquellos de atribución incierta que la crítica ha estimado tradicionalmente como auténticos.